jueves, 7 de agosto de 2008

Save the Daiquiri!!!

Hola amiguetes.

El otro día mi amigo Jordi Embodas celebró en su casa una fiesta para celebrar que por fin ha publicado una tipografía que lleva diseñando desde que yo lo conozco, Orenga, y se puede comprar en Village. Felicitats, company!

Llevé el kit de supervivencia para hacer daiquiris en la fiesta, que en verano queda muy bien. El caso es que también venía Eduardo Manso, que es un maestro haciendo mojitos, le dimos una planta de menta, una botella de soda, y hala, a hacer cócteles, él mojitos y yo daiquiris. Tope habanero.

El caso es que yo iba por ahí preguntando al personal si querían un mojito o un daiquiri. Excepto un par de gallegos y un servidor, el resto "yo un mojito, yo un mojito". Me quedé con una pena terrible. Porqué nadie quería un daiquiri?

Últimamente, el mojito es omnipresente. Ha eclipsado cualquier otra bebida tropical, con permiso de la caipirinha. Me alegra que uno de los cócteles más bebidos en las noches de todo el mundo sea de ron, azúcar y limas, que son los tres pilares de mi alimentación, pero creo que esto va en detrimento de todos los demás cócteles. Probablemente nadie de los que pedía en la fiesta un mojito lo hiciera porque lo prefiere al daiquiri, sino porque probablemente, pocos se habían tomado uno. A los sumo alguno de fresa, pero no el clásico.

El daiquiri, del que ya hablamos en este blog, es la mínima expresión del cóctel de ron. Zumo de una lima, una onza y media de ron blanco y un poco de azúcar al gusto (para mí poco dulce, gracias). Agitar y listo. Es fácil de preparar, ingredientes sencillos, baratos, y de un sabor increíblemente intenso y refrescante. Y en una copa de cóctel, que es como se debe servir, queda muy elegante. Pues bien, no es suficiente, y ante la popularidad del mojito, mucho más suave y asequible a paladares no acostumbrados a beber ron a palo seco, como es el caso de un servidor, el daiquiri no tiene mucho tirón entre el grueso del público.

Y mira por donde, que estaba yo con estos pensamientos cuando me encuentro por casualidad en el Facebook, esa gran red social, una organización llamada Save the Daiquiri. Albricias! la "organización" pretende recuperar el cóctel clásico a través de su web, todavía medio en construcción, y con una serie de eventos y fiestas para promocionar tan respetable cóctel. En la página podéis encontrar su historia, recetas, fans ilustres del daiquiri y otras secciones más participativas a llenar en el futuro.

Pero espera un momento, hay algo raro... en las recetas nos piden rones agrícolas! Un daiquiri con ron de Martinica? Pero si se hace con ron cubano! (bueno, los yankis con Puerto Rican rum). Eso es porque es una campaña de nuestros amigos de Rhum Clement para promocionar sus productos. Sinceramente, no he probado un daiquiri con un agrícola, pero no sé yo si es lo más indicado.

De todos modos, si es por salvar al daiquiri, me parece estupendo, aunque al final sea una cuestión de marketing viral. Os invito a hacer descubrir a vuestros amigos, familiares y conocidos, los placeres del simple daiquiri.

Voy a tomarme uno. O varios. Okole Maluna,

Mr. I.

1 comentario:

Señor Castaway dijo...

Para mí la cosa está clara.
Al Daiquiri lo mató su propio éxito hace años.
Ahora si en un bar pides un Daiquiri, en el mejor de los casos, te servirán un mejunje de origen industrial que nada tiene que ver con el combinado original.
Sin embargo, si pides un mojito, aun en el chiringuito más infecto, obtendrás un más que aceptable combinado de ron real y hierbabuena/lima fresca.

Mucho me temo, que el autentico Daiquiri ya solo es cosa de nostalgicos de la coctelería tropical clásica.

En cualquier caso al Mojito también le ha llegado su hora y desde hace un tiempo se están comercializando la versiones industrial, que acabarán sustituyendo a la real.

Es ley de vida supongo.

En los tiempos que corren, a la hora de elegir el lugar donde degustar un buen coctel, yo suscribo la frase pronunciada en “El mago de Oz” por Judy Garland, insigne borrachuza que de estas cuestiones entendía lo suyo: “Como en casa, en ninguna parte”.